La catedral

La catedral

El catamarán -una gaviota blanca rozando el agua- ralentizó sus motores y se acercó lentamente a aquella masa de hielo que como un poderoso imán me atraía con toda la potencia de sus caóticas y brillantes formas.
Un extraño silencio me envolvió mientras miraba extasiado aquella puerta enigmática que poco a poco acentuó mi miedo y mi soledad. Si hubiera sido creyente le hubiera rezado a mi Dios con devoción, pero como soy ateo le recité un poema de amor a la Naturaleza.
Hace tiempo, en la soledad de su laboratorio de alquimista, Fulcanelli descifró el misterio en piedra de las catedrales góticas y a mí me hubiera gustado descifrar el misterio de la catedral de hielo que tenía delante.
No me fue posible…